miércoles, 1 de junio de 2011

Cansado y sentimental

He vuelto con el dolor que provocan las vueltas, la fuerza de recargar las pilas y el aliento de haber visto a los amigos, a la familia y a Ángela. Y he vuelto al pueblo para ver que todo sigue igual, más o menos, más menos que más. Tengo tanto trabajo que me gustaría no volver a la oficina y tengo tanto sueño que no debería levantarme de la cama en el mes que me queda. Pero va a ser un mes de despedidas, también de despedidas del blog. Y pido que os guardéis las lágrimas por  poder ser esta una de las últimas veces que podáis leerme, al menos, gratuitamente.

Madrid ha sido una mezcla de amigos y encuentros. De paseos y lugares. Y de un lugar común, el lugar donde duermo, el lugar que me pertenece.

El viaje en avión, solo, ha sido largo y tedioso, aliviado por algún gintonic y algún vinito para ayudar a las siestas en el avión. La gente, aquí, te recibe como si hubiera pasado mucho tiempo. Se agradece sentir calor aquí y allí. Lo bonito es volver a las personas, como se vuelve a las casas de la infancia  o como se vuelve a la escuela años después. Sentiros calientes, cercanos. Al fin y al cabo, sentiros.  Gracias

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