Linda pero dolorosa Guatemala. Narcoestado fallido oí el otro día a un alarmista que lee demasiado la prensa (leer no siempre es entender). Pseudo democracia, comentamos los extranjeros mientras disfrutamos de sus bajísimos precios y sus lindos paisajes. Aquí he aprendido que no hay dos volcanes iguales y que las ventipocas lenguas mayas no son dialectos (gracias Galeano). Pero parte de esa belleza nace del dolor, del contraste.
Pongamos un ejemplo. Un camión de Bimbo reparte su mercancía por los pequeños comercios respaldado por un hombre armado que enseña su pistola gigante como si se tratara de su pene. Pienso: a quién se le ocurriría asaltar un camión de pan en vez de un banco o la propia tienda, donde si habrá caudales. Y entonces uno lee sobre seguridad alimentaria. E intenta entender el valor del pan Bimbo en balas, no en dinero. ¿Y eso hace a Guatemala linda? Desgarradoramente, sí. Cuando no puedo dormir invento leyendas. Una de ellas dice (las leyendas, aunque las invente uno, siempre tiene vida propia) que sin pobreza no habría volcanes. Y sin volcanes no hubiera habido lugares sagrados, ni mayas. Y sin ellos, los mayas, no hubiera sido necesario que Colón los conociera (decir descubrirlos ha sido siempre un insulto). Y si todo eso no hubiera ocurrido, si no hubiera volcanes, ni pobres, ni mayas, ni lenguas; entonces, no habría belleza, pero tampoco hambre.
Y me duele la belleza de Guate. Cada camino de tierra es dulce, la foto del indígena cargando madera a la espalda y sonriendo es lo más cercano a una buena foto que sacado nunca. Y me gusta por pobre. Creo entender ahora al fotógrafo de guerra que busca enseñarnos en exposiciones y en la prensa los dolores extremos. Y eso, sin reconocerlo nunca, nos enternece.
Eres linda Guatemala, como las mujeres tormentosas, como el dolor placentero. Eres la herida que miro sangrar sin marearme pero que me encharca los pies.
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