domingo, 27 de febrero de 2011

Versos de domingo por la tarde

No es por la falta de ganas de veros
Ni por los ruidos que atormentan mi día a día
Mi noche a noche
Son los pequeños olvidos razonables
Las rutinas que me atrapan en el ahora
Y no en el ayer ni en el mañana
Y me arrepiento de no estar para ustedes
De no estar con ustedes
Son los versos que no se escriben
Las llamadas que no hago
El trabajo que he dejado para mañana
Son todas esas cosas las que,
Sin yo quererlo,
Me absorben me limitan me abandonan
Y se pasan los días y se vienen los miércoles
Sin yo quererlo
Y así, un día tras otro,
Me olvido de llamar
Se atrofian las metáforas
Se me acaban los versos…

miércoles, 23 de febrero de 2011

Almacenando recuerdos

Este viaje es temporal, no sé cuando volveré a este pueblo. Todavía me quedan cuatro meses pero desde hace unos días me agobia la sensación de que se acabe y de no haber disfrutado lo suficiente. Ayer, en la cama, hice un esfuerzo grande para no olvidar las cosas que me han pasado. Recordé mi llegada, subirme a la lancha y verme rodeado de volcanes; la primera impresión de las calles del pueblo, el olor del mercado y la primera noche en mi casa. Luego empecé a pensar en la gente que he conocido: españoles, guiris y guatemaltecos e intenté recordar los buenos momentos con ellos, las juergas, las cenas, las anécdotas, etc. Es triste, recordé cosas que había olvidado, quiero decir que tuve que pensar para acordarme. Como si los pensamientos por no estrujarlos se hicieran borrosos y se quedasen en la parte de las sombras de la mente, en el baul de los recuerdos no recurrentes.

Recordé muchas otras cosas: viajes, momentos solitarios, ataques de perros, etc. Como no existen discos duros del pasado ni foto que contenga el sonido de una sonrisa o el calor de un abrazo, me queda este blog. Me queda este pequeño almacen de recuerdos que, cuando la saudade me sacude, releo.

¿Y mañana? Me levantaré y no creo que necesite pensar en los últimos cuatro meses y se tranquilice esta angustia de disfrutar el presente. Pero estoy seguro que en alguna entrevista de trabajo en España, en cinco o seis meses, mientras miento sobre lo interesante que me parece unirme a un proyecto o empresa me acordaré del pasado que hoy es presente. Y buscaré en mi almacen de recuerdos los lugares, las personas y los viajes que hoy disfruto

miércoles, 16 de febrero de 2011

De la fauna y la flora

Me ha costado meses entender el funcionamiento del pueblo y de sus distintos grupos, no es que ahora sea un profesional en esto pero ya, más o menos, creo que puedo identificar distintos grupos. A veces me parece que en este pequeño pueblo se podría retratar una imagen muy fiel del perfil de grupos en los que se compone el mundo.
La fauna y la flora de San Pedro da mucho juego para estos análisis. Aquí mi clasificación.

Los hippies están pá allá, no ven más allá de mañana y planear cualquier aventura les puede llevar todo un día pero luego nunca se cumple. Tienen una vida rara, una forma de pensar, desde mi punto de vista, egoísta. Son una especie en extinción, nada les parece bien del todo, para todo tienen una crítica. Siempre se pude protestar, es gratis, aunque para ellos hasta los impuestos son gratis. En el pequeño retrato del mundo serían los famosos tocacojones, los que jamás han hecho nada por nadie más que por ellos mismos y se quejan de la falta de solidaridad de los demás. Los que creen en las conspiraciones, a los que la sociedad siempre les jode, los que quieren dar pena, los tristes, al fin y al cabo. Hay que tener cuidado, son difíciles de identificar; al principio, nos embaucan con sus ideas y su estilo de vida. En esta clasificación entran los pihippies y alternativos varios.

Los currantes de toda la vida, chapines, españoles o de donde sean, miran demasiado al mañana y por ello no les preocupan sus vacaciones ni sus horas de trabajo. Obviamente, aquí sólo hay chapines currantes. Lo importante es progresar, tener opciones, avanzar y avanzar. El precio lo tienen asumido: jornadas laborales largas, al salir a regentar el negocio familiar y el sábado a la universidad, porque aquí no se deja nunca de estudiar. También tiene una vida rara. Me pregunto: ¿qué van a hacer con el dinero que amasan? ¿sus hijos serán como ellos o se acomodarán en las ganancias de sus padres? ¿Nunca han pensado irte una semana de vacaciones? Y se amontonan las preguntas. Estos son los que suelen estar muy orgullosos de si mismos, de su trabajo y desdeñan a los que sufren a los que no consiguieron salir adelante. Los que alardean de cada adquisición y quieren tener siempre más que el vecino. Resumiendo, la clase media alta, los nuevos ricos, los que piensan que si se sufre es porque no se ha trabajado demasiado. Los neoconservadores que no son millonarios pero defienden a los millonarios. Los millones de personas que votan a Berlusconi

Los que están realmente jodidos son los que a las cuatro de la mañana ya salen a trabajar el campo, normalmente andando. Antes, cuando se podía salir de copas, te los cruzabas y nunca sonreían. El camino al trabajo debe ser como una penitencia diaria de, intuyo, al menos, una hora. A eso de las tres de la tarde vuelven a casa cargando leña sobre la espalda; el gas es muy caro y no todos se lo pueden permitir. Cargan leña a la espalda y lo atan con un cordel que rodea su frente. Como animales de carga, encorvados, arrastran los pies hasta la casa; si el día fue bien paran en una cantina, si el día fue muy mal también paran en una cantina. Más que una vida rara tienen una vida jodida. Son en su mayoría hombres, sus mujeres también trabajan y muy duro. Es más que probable que se levanten antes que ellos y les preparen el desayuno, luego salgan a vender al mercado y se pasen la tarde cosiendo para aumentar los ingresos familiares; mientras cuidan y educan a los niños y aguantan borracheras un par de días por semana. Los hombres serían como los chinos oprimidos y uniformados trabajando en talleres todas las horas del día y de la noche. Las mujeres son África.

Los empresarios de aquí se dividen en terratenientes y dueños de hoteles o pequeñas empresas de servicios. Son pequeños empresarios venidos a más que luchan por no pagar impuestos y que acaban metidos en política. Bien presentándose a las elecciones bien financiando al candidato que creen que ganará, ni siquiera en el que creen. Un amigo me dice que es otra forma de pagar impuestos…No creo que haga falta explicación de a quién representan en mi mundo.

Por último, el turista. Mayoritariamente joven y mochilero. Muchos vienen a emular a los hippies por unas semanas, otros solo viajan y paran por aquí por sus paisajes y su cultura. Es una forma cínica de llamar a la pobreza. Mira como van los que están realmente jodidos al campo, cuánto peso cargan en su espalda. Has visto a las seños cosiendo de rodillas en su casa, etc. El turista es la ONU: mira lo que pasa, deja unos cuantos euros, se siente bien y lo cuenta a su vuelta como una aventurilla

lunes, 7 de febrero de 2011

"Los senté y saqué la Biblia"

Si tuviera que definir a un guatemalteco en dos características absurdas, primero diría que son las personas que he conocido que pueden decir más cosas sin decir nada. Al estilo de los políticos, pero ellos, los chapines, lo traen de serie. No quiero imaginar un mitin de un político de aquí. Me atrevería a afirmar que con esos discursos de cinco horas, Fidel mostraba su lado chapín.
La otra característica son las ganas y el gozo que tienen de hablar sobre Dios. Cada día el nombre del altísimo o de su hijo, el bajísimo, es citado, al menos, cinco veces. ¡Y ninguna es blasfemia! Si se te ocurre iniciar una conversación que remotamente tenga que ver con algo religioso se iluminan los ojos del interlocutor y todo argumento acaba donde la fe ganó la partida a la razón. Y no se puede hablar más.
El otro día en una conversación salió a colación el tema de los visitadores religiosos. Estas señoras y señores que venden a Dios puerta a puerta; como el que vende enciclopedias llevan su discurso aprendido y esperan ser despachados en el rellano.
Generalmente, me comentan, son mormones o testigos de Jehová. Gringos, en su mayoría. Siempre me he preguntado quién compra religión a un desconocido en la puerta de su casa; pero pensé lo mismo de las “power balance” y rompieron el mercado.
Volviendo a mi historia. Estos vendedores de de “dios balance” deben tener más fe que los aprendices a alquimista. Ir a un país desconocido, con otra lengua, a captar fieles. Su sorpresa debe ser mayúscula cuando, en vez de cerrarles la puerta, cristianos y evangélicos convencidos les invitan a pasar y sentarse.
Esta es la imagen: dos estadounidenses que chapurrean español sentados en el sofá de una casa de una familia de clase media baja, con cara de no entender nada, escuchan a su anfitrión, que Biblia en mano diserta sobre Dios.
Imaginen ustedes el resto.

martes, 1 de febrero de 2011

Tres anécdotas

Un compañero de trabajo llevaba tosiendo todo el día, a media tarde se acerca y me pide un cigarrillo. Le pregunto que por qué quiere uno si él no fuma. Responde, con convicción, que es para aclararse la garganta y dejar de toser. Me quedo estupefacto y le explico que no le va a hacer bien. El sigue en sus trece, lo enciende y le da unas caladas. Siguió con tos, por si a alguien le quedaba alguna duda.
Por fin conseguí jugar un partidillo de fútbol, me llevan a un mini campo, más pequeño que el de fútbol sala, y allí me explican que vamos a jugar al papi fútbol. Me explican las normas. Un resumen: vale todo menos tirar fuerte o de lejos. Pensé que lo habían inventado los compañeros de la oficina, pero no, resulta que el papi fútbol está bastante extendido por la zona. No está mal pero yo soy de la teoría de que si algo te gusta, es divertido y funciona, como el fútbol, es mejor no tocarlo.
El otro día el señor del agua, sobrenombre de mi casero y hombre que sirve agua embotellada al pueblo, bajó a casa a traerme otros 20 litros. Llama a la puerta y me dice que viene acompañado de un señor que se ha ofrecido a ayudarle. Hablo un rato con ellos y el señor del agua me explica que su “amigo” pierde el control de vez en cuando. Mira al “amigo” y le espeta:
-A veces te descontrolas, ehh!!-
-Si, si. Es que pierdo la cabeza- responde el amigo con un aliento a alcohol que podría desinfectar heridas.
El señor del agua me lleva aparte y me dice que es un borrachín del pueblo que quería ayudar en algo para sacarse unos cuartos y volver a la cantina. No puedo negarme a darle unos Quetzales. Mucho hay que saber beber para bajar las cuestas del pueblo con 20 litros de agua a la espalda con semejante borrachera.