miércoles, 29 de diciembre de 2010

Y compré mi mechero revolucionario


Como buen socialista europeo de salón sigo las revoluciones políticas en “el país” o por medios “subversivos” de internet. Y, gracias a ellos, me creo un buen ciudadano que apoya a los desfavorecidos y, si hace falta, les defiende frente a todo y todos. En la visita a Chiapas no me adentré en terrenos políticos y ejercí como buen turista europeo: compré recuerdos y chorrás, fui al mercado, saludé y hablé con las seños y todas esas cosas. Como decía, desde la visita a Chiapas quiero informaros que el EZLN o esas cosas han muerto. La bonita revolución indigeno-campesina terminó el día que empezaron a vender souvenirs en la calle más comercial de San Cristóbal de las Casas en un centro cultural “revolucionario”.
Lo peor no es perder; lo peor, sin duda, es que tras perder te conviertan en souvenir.

PD: Siento la tardanza en escribir y la brevedad de lo escrito. En una semana más o menos vuelvo a San Pedro y desde allí les cuento tranquilamente todas mis aventurillas

martes, 14 de diciembre de 2010

Siempre perdiendo

Después de unas cuatro o cinco horas y varios transbordos: tres autobuses, un “picop” y la lancha, llegué a mi casa con menos neuronas de las que había salido y bastante cansancio. Podríamos resumir el viaje para ver a unos amigos en un fin de semana que  acaba en una terrible borrachera un día y una moderada borrachera el otro. Entre medias  muchas risas, unas fotos deplorables  y algún que otro solivianto. Me enseñaron el ambiente underground de Ciudad de Guatemala, fui a un bar que parece la casa de la abuela del pueblo por sus pasillos, sus estancias y el patio interior. Todo muy pijipi, pero abre hasta tarde y la verdad es que me gustó y no es caro y dejan fumar. El sábado costreé y luego me fui de Pacas, que son la tiendas más raras que he visto nunca. La ropa es gringa pero nadie conoce muy bien su procedencia. No sé y nadie me informa si es donada por amables americanos medios que quieren ayudar al mundo regalando su ropa vieja o si la regalan tiendas grandes o las iglesias o yo qué sé. El caso es que aquí se vende toda esta ropa de origen desconocido. Tampoco es raro, aquí y en todos sitios se vende todo, hasta la caridad.
Siguiendo el relato del fin de semana, el sábado noche fue divertido, muy divertido. Una fiesta, una  casa y lo esperado, cervezas y un buen ron guatemalteco. Lo peor, las huellas en las cámaras de fotos y la terrible idea de hacernos fotos poniendo cara de muñecas hinchables (típica idea idiota de un idiota).
Mi obstinación a decir demasiadas tonterías cuando has tomado y a no saber cerrar la puta boca cuando debo me hace llegar a una conclusión: da igual lo que hagas  o lo bueno o malo que seas en tu trabajo, se te juzgará por este tipo de tonterías. Ya lo dijeron Faemino y Cansado: “Siempre perdiendo”

martes, 7 de diciembre de 2010

Catálogo de cosas que echo de menos

“la patria es estar lejos de la patria”
J. Bonilla
Pufff es difícil enumerar las cosas que echas de menos. Y digo cosas, si empiezo a hablar de personas voy a aquedar fatal con la gente así que pensad que sois todos vosotros y todos felices y contentos. Según el momento y la situación uno echa de menos cosas distintas. Por ejemplo, cada mañana echo de menos la cocina de casa de mis padres y ver a mi madre desayunando y yo sin poder hablarla por culpa del mal humor con el que amanezco. A media mañana me gustaría que a alguien se le ocurriese la idea de ir a tomar una cerveza y la acompañase de aceitunas y guarrerías varias. Pero por la noche es cuando más añoro la patria que forman la casa, el barrio y la iluminación de las calles de Madrid. ¿Es raro echar de menos conducir por Madrid cuando no hay tráfico? ¿Se puede echar de menos una moto?
Supongo que lo de la comida es un lugar común, da igual de donde seas que siempre te faltarán los sabores de casa. Aquí, he intentado hacer un cocido, os doy un consejo que alguien debería haberme dado: el bacon ahumado no puede, nunca,  sustituir al tocino. El gazpacho no se me da mal, la verdad.
La verdad es que según pienso las cosas que echo de menos, creo que me he hecho un friqui. Me apetece leer el país en la versión de papel y tomar una cerveza sentado en el césped de un parque bonito. Quiero que llueva y quedarme en casa viendo todos los partidos que den por el gol tv ese (aquí lo hay pero no es lo mismo ver un Hércules Sporting acompañado por hermanos friquis que hacerlo solo). Las cantinas podrían parecerse a uno de esos bares de viejos que hay por la España profunda pero os aseguro que no tienen la misma ensaladilla rusa.
Me gustaría, en este momento, oler el suavizante que usan en mi casa y no el de la lavandería. Tampoco estaría mal montarse en el metro a esperar que llegue la primavera y sus vestidos, esto de que no haga frío por aquí  hace que uno se acostumbre a los tirantes y no los valore lo suficiente.
Y la costumbre de tomarse un café fuera de la oficina después de comer. Me tengo que ir solo y escuchar música mientras leo  “prensa libre” y explico que es un placer tomar café después de comer.
Todas estas tonterías para decir que se hace raro pasar la navidad lejos


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Del liberalismo y de otras cuestiones sin importancia

Partimos de un supuesto basado en que el comercio mejora la economía y cuanto más liberalizado, es decir, cuantas menos normas y menos barreras más fácil será progresar y antes se mejorará la vida de las personas y su bienestar. No, algo va mal, es la primera vez que leo liberalismo y bienestar en la misma frase, algún error he cometido.

Siguiendo el análisis. Cuantos menos límites al capital, mayor desarrollo empresarial y más creación de empleo de calidad. Otra vez no.  Algo debe estar mal, esta asignatura la suspendí seguro. Empleo de calidad nunca ha rimado con inversión de capital extranjero.

Ahora pongamos un país al azar: Guatebuena. País eminentemente agrícola  que siguiendo los cánones y normas de la cultura económica liberal se planteó una duda que definiría su futuro. De una parte puede preocuparse de la creación de un estado del bienestar, buscar empleos de calidad para sus ciudadanos y fomentar la libertad económica desde un punto de vista social. De la otra,  abrir sus fronteras, mercados y bancos, aumentar el comercio, privatizar los servicios públicos básicos y dejar a la inercia del mercado lo del estado del bienestar y otras cuestiones sin importancia.

Las discusiones fueron agrias, las presiones de fuera ensordecieron el ruido de dentro. Pero por suerte triunfó la democracia y gracias al consejo y ayuda de los de fuera se convenció a los de dentro.

Y también por suerte,  se optó por la segunda. Y podéis imaginar que no han parado de llover inversiones  en colegios y universidades.  Hoy sólo se demandan grandes profesionales guatemalbuenos. Además,  ya sólo son el tercer país del mundo en desnutrición infantil (hay que joderse, desde que a los niños africanos les dio por comer solo se asciende en esta lista).

Una cosa está clara, parece que con el nombre del país acertaron


PD: Siento el populismo, con estas cosas paso del enfado al enfado y pierdo mi poca capacidad de análisis