martes, 26 de octubre de 2010

Bienvenido a Guatemala

Explico brevemente cual es mi trabajo para poneros en situación. Estoy haciendo un plan de desarrollo económico para la Manclalaguna. Os habéis quedado como yo cuando me lo dijeron: ojipláticos (esta pedantería se la oí a alguien, por suerte, no es mía) y desconcertados. Me dieron un libraco de un plan de otra Mancomunidad y “a la chaval, tienes nueve meses”. Tres semanas después todavía tengo dudas sobre lo que hago, aún así no me rindo y siento mi dolorido culo unas ocho horas mientras miro datos, informes, estudios, consultorías, planes, planificaciones, ordenamientos y demás papeles que se suponen son mi trabajo. De vez en cuando y sin abusar del corta y pega preparo mi plan de desarrollo.

Imagina que pasas un día trabajando en algo, me da igual en qué. Pongamos que eres periodista y has preparado un artículo durante días. A la hora de publicarlo alguien llama y dice que ha cambiado la historia, tu jefe te dice que lo que hiciste ya no vale para nada. Que otro medio tiene una exclusiva, que les copies, que otra vez será,  que no eres tan malo pero tampoco eres tan bueno, etc. Pongamos que eres cajero en un banco y  pasas el día sonriendo a jubilados que preguntan si ingresaron ya la pensión y a gente con demasiada prisa como para darte los buenos días. Pongamos que tras pasar as todo el día llega el cierre y, con las ganas que tienes de irte a un bar y mandar a todos a la mierda, no te cuadran las cuentas. Y empiezan los gritos y vuelves a revisar todos los ingresos, el jodido debe y haber. Y aumenta tu cabreo. Y ya no vas a un bar sino que sales a las 9 de la noche y te arrastras a casa con un montón de palabrotas en el cuello de la camisa.

Pues más o menos así es mi rutina. Todos los datos se contradicen, los oficiales sobretodo. Cuando crees que por fin has llegado a una conclusión, todo se jode. Pongamos un ejemplo: tras toda la mañana trabajando sobre el sistema educativo de los municipios de la Manclalaguna, cuando por fin termino y me voy a fumar un pitillo tranquilo. ¡Me doy cuenta!   Al cruzar los últimos datos oficiales, ¡hay más niños matriculados en primero que niños existen! ¡Todo a tomar por culo! Se lo comento a un compañero guatemalteco, responde: “Bienvenido a Guatemala”

Menos mal que, al menos, aquí el tabaco es barato.

Nota: los datos eran de años distintos ( 2008 y 2010). Eran los datos más cercanos en tiempo que encontré

sábado, 23 de octubre de 2010

En el fondo, todos somos unos pijos

Sólo me faltaba tener los medios para poder acomodarme, algún amigo cabrón lo llama aburguesarse.  Cogí una casa con jardín, para mi solo. He contratado internet, si entendemos por contratar comprar un cable de teléfono y que por apenas 10 leuros  un vecino lo enchufe a su casa. Me he gastado 16 euros en una botella de dos litros de aceite de oliva. Compro en la tienda de los pijos del lugar y algunas cosas, las menos, en los puestos del mercado.
La situación económica es sólo un dibujo del aguante al asco. Aquí podrías vivir como turista con apenas 3 euros al día. Dormir por un euro, si te atreves; comer moscas y carne en el mercado y cenar masa de maíz con masa de maíz. Lo del asco, dicen, es psicológico, yo creo que no, que es monetario. Morder una fruta  mientras piensas donde está el baño más cercano y guardar un montón de euros en el bolsillo, no es porque quieras integrarte ni porque seas un temerario, es que eres gilipollas.
Yo, intentando imitar a los locales y sentirme bien con mi conciencia no consumista, comí más o menos de todo  en más o menos cualquier lugar. La verdad es que no tuve ningún problema. Un día en una fiesta de postín con un catering de lujo  me sirvieron una paella. Desde entonces no entro a ningún lugar sin saber dónde está el baño. No sé si fue la paella o es que fui un gilipollas (lo más probable).
Mi asco ha aumentado en la misma proporción que han aumentado mis deposiciones. Cada vez compro más cosas y más caras. Ahora quiero un sofá y una hamaca y gasto aceite como si fuera agua. Incluso una mujer se ha ofrecido para limpiarme la casa y estoy dudando si contratarla…Lo peor de todo es que aún así ahorro. 
Acaso no es verdad que si pudiésemos seríamos todos unos pijos.

martes, 19 de octubre de 2010

San Pedro, ¿decís?

Hubo un lugar a la orilla de un lago y en el valle de un volcán en el que habitaron los pocos hippies que en el mundo han sido. San Pedro de la Locura, sobrenombre de ese bello lugar, era, según comentan, un lugar de esparcimiento donde llegabas para tres días y si te bañabas en su lago o  acudías a una de sus famosísimas raves de la luna llena, no podías abandonar hasta que no hubieses vivido un par de años  haciendo pulseritas por el día y fumando la noche en el Budha o el Clau o en las fiestas improvisadas con tambores en la playa. Una mezcla de una Ibiza sin discotecas y un Amsterdam  con coffe-shops en cada esquina.  Pues bien, este paraje de alcoholismo, drogadicción,  esparcimiento, pulseras y amigos para toda la vida si los recordabas a la siguiente mañana ha terminado. Pero quedan los últimos rezagados y queda el Clau y el Budha  y algún garito nuevo. También queda la maría y algunos intrépidos mochileros que viene buscando lo que fue. El alcalde decidió una nueva hora de cierre, las once de la noche,  prohibió cualquier tipo de ruido a partir de esa hora. El cabreo fue de órdago, en poco tiempo la prohibición se corrigió hasta la una. Podéis imaginar la única manera de meter a la gente en  sus casas, a golpe de policía y detención ( ojito al enlace: http://www.elperiodico.com.gt/es/20100822/domingo/171089/). Como todo en la vida, más en la política, trae consecuencias. Ha bajado el turismo, ha aumentado la tranquilidad, hay menos ruido, menos fiesta  y, también, menos dinero. Las madres están más tranquilas porque es más difícil que sus hijos fumen porros en el trabajo. Los hijos ahora se preocupan por cómo conseguir un trabajo. Yo estoy en el bando de los buenos, pero no sé cuál es ese bando.

Conversación en la oficina

Compañera de trabajo (CT): “Paco, el miércoles es feriado, no hay que venir a trabajar”
Paco ( P): “ ¿Qué se celebra?”
CT: “El día de la revolución guatemalteca”
P:” Pero, ¿aquí hubo revolución?”
CT: “¡No! Por eso nos dejan celebrarlo”

viernes, 15 de octubre de 2010

RECUERDOS DE PAZ

RECUERDOS DE PAZ
Vivo en un lago donde habita el monstruo de la pobreza,
Solo los volcanes son más viejos que  las afrentas cometidas.
Trajimos el progreso y con él
la muerte en forma de gripe y de crucifijo.
Trajimos el colonialismo  preindustrial
Y, en fin, decidimos quedarnos.
Incluso les vendimos la guerra fría,
Pero aquí  lo único frío fueron los cadáveres
De los comunistas (algunos, por cierto,  también importados)
No sé nada de la historia de Guatemala,
Un chapín me lo explicó de forma breve:
“Recuerdos de paz”.
Dictaduras militares una tras otra,
Como el que cambia de ropa
Alternaron  generales el poder.
Una guerra civil por 36 años:
Derecha contra izquierda,
No imagino cómo se pasa
de  Marx y Hayek al rifle y la granada,
del arte de filosofar al arte de la guerra.
Para no ser menos la naturaleza
Jode regularmente a los chapines,
Este año las lluvias sólo  han decidido destrozar
las carreteras, los cultivos, las casas,
el turismo, las infraestructuras, …
Creo  que ya no quedan santos para bautizar tornados y tormentas.
Pero  no se preocupen los antiguos colonialistas
Ni los que acordaron la paz pero no la cumplieron,
Ni los imperialistas, ni los comunistas,
siquiera se preocupen Marx ni Hayek.
Aquí ni Dios se preocupa,
Aquí , por joder,
jode hasta la naturaleza


lunes, 11 de octubre de 2010

Antigua

Existen muchas Guatemalas dentro  Guatemala.  Los dos extremos más opuestos son la capital y Antigua. Dice la máxima  que los extremos se tocan y, por eso, entre Ciudad de Guatemala y Antigua sólo hay 45 kms. Está tan cerca que sólo se tarda de una a dos horas de autobús, según el tráfico. Podemos denominar a Antigua como el paraíso de los yankies (a partir de ahora gringos). Es un pueblo de arquitectura colonial y antigua capital de Guatemala. Todo son casas bajas de no más de dos plantas. Las calles rodean el gran parque central dónde se encuentra el ayuntamiento y, a dos “cuadras”, el centro de formación de la Cooperación Española. Cagó Dios en Guatemala un palacio espectacular que España compró y reformó. Es tan bonito que es paso obligado en la ruta turística por Antigua junto a la catedral, a un convento y un par de edificios más. Volvamos a lo del paraíso gringo. Aquí vienen todos los americanos a aprender español, a hacer surf ( yo tampoco entiendo porque vienen aquí si la playa está a dos horas en carro, el caso es que les ves con sus tablas de surf) y a salir de fiesta ( hasta la una…). Hasta aquí todo perfecto, un lugar muy seguro, relindo, rodeado de volcanes  y donde todas las casas coloniales son hoteles o restaurantes de comida rápida. En apenas 20 manzanas vi un Mcdonalds, un Burguer King, uno o dos Pollo campero, un Wendys, un Taco Bell, un montón de restaurantes para ver el fútbol americano y bares con ofertas de barra libre…Por poner un ejemplo: vimos unas tres o cuatro librerías, en todas, tres cuartas partes de los libros (si no más) estaban en inglés. Suficiente para imaginar  el número de indígenas y de indigentes en la ciudad.
El viaje estuvo bien, a pesar de todo, comimos muy bien, y paseamos por la calle (incluso por la noche). Para volver  cogimos “la camioneta”. El autobús escolar de los EEUU reciclado para Guatemala y pintado de mil colores. Supongo que conoceréis el tipo de guagua. Lo único que han reciclado, aparte de la decoración y el hilo musical, han sido los bancos que conforman los asientos.  Los han colocado más anchos dejando un pasillo mínimo entre las filas  en el que sólo cabe una pierna… El bus se llena hasta los topes, para que os hagáis una idea: por cada fila éramos siete sentados y uno de pie más o menos. El bus tendrá unas 25 filas… Además de comernos un atasco infernal, en cuanto se vaciaba un poco la carretera éramos los más rápidos del carril de la izquierda mientras por el hilo musical sonaban el Puma y Julito Iglesias. Una experiencia única. En dos minutos pasamos del paraíso gringo a apiñarnos en un autobús de más de 30 años. En 45 Kms, de pasear a coger otro taxi. Y es que hay muchas Guates en Guate

viernes, 8 de octubre de 2010

La peligrosidad, la sugestión y el miedo



Es difícil no angustiarse cuando el tema de la seguridad es lo único que los compatriotas comentan. Llegar a una ciudad en la que las palabras prudencia y cuidado se repite cada veinte bocanadas de aire hace que uno piense demasiado dónde lleva la cartera.  Hay que tener cuidado con las barrios que no son este y,  aún así, aquí te atracan, sólo coger  taxis de confianza, “no cojas el autobús “( dejadme que use hasta la extenuación  el verbo coger), “no viajes por la noche, no vayas a estos barrios, no hables por el móvil por la calle, no, no y no”.  Me pregunto qué es peligroso y arrojo unos cuantos detalles que han comentado hoy otros cooperantes como yo. En Guatemala existe un fiscal especializado en descuartizamientos y otro en conductores de autobuses debido al alto número de asesinatos  que se dan de chóferes en los autobuses urbanos de la capital. En Ciudad de Guatemala hay una banda de niños que llevan ocho asesinatos y todavía no se ha conseguido detenerlos. Pero el ejemplo son los periódicos, nada como un periódico para medir el estado de ánimo de un país. Si uno abre Prensa Libre o el Periódico de Guatemala (únicamente he ojeado estos dos y sólo ojeado)  no va a encontrar una noticia que no sea de los problemas económicos, judiciales, del desgobierno o de “ultimaciones” (bonita forma de llamar a la muerte violenta).
Ahora pongamos que alguien como yo con esta información decide por su cuenta y riesgo dar un paseo         (eufemismo de montar en taxi hasta cualquier destino) al centro a las 5 de la tarde. El taxista, un hombre de unos treinta y largos, me cuenta su situación actual, los problemas del país, la guerra que acabó hace 15 años más o menos y cómo no, la delincuencia y con qué y dónde tenemos que tener cuidado. Tras llegar a la plaza más céntrica, y pasear (esta vez si es pasear pero sin salir de la plaza) empieza a oscurecer y alguien como yo que no sabe terminar un paseo sin una buena ración de cebada fermentada busca un bar y gasta más de media hora en conversar y beber.  A la salida era claramente de noche, así que en un alarde de inconsciencia saco el móvil y llamo a mis taxis de confianza . Aquí comienza la sugestión. Cuando a uno se le vienen a la cabeza los pensamientos que me han inculcado sobre lo peligroso de mi actividad decido acercarme a unos policías que pasaban por allí a terminar mi conversación por el celular. La espera será de unos 15 minutos en un cruce de calles, me planto allí y espero. En esos momentos sientes que la gente te mira, todos son potenciales atracadores, todos llevan pistola. Me siguen mirando, comento con los dos amigos que me acompañan y nos contagiamos  tranquilidad hablando del tiempo, de la de gente que hay en la calle y de lo iluminado que está. Llega el taxi. Nos vamos en silencio al hotel.
Estaba con dos amigos, eran las 7,30 de la tarde.  La verdad  es que no pasamos ningún miedo. 

 Ciudad de Guatemala