Partimos de un supuesto basado en que el comercio mejora la economía y cuanto más liberalizado, es decir, cuantas menos normas y menos barreras más fácil será progresar y antes se mejorará la vida de las personas y su bienestar. No, algo va mal, es la primera vez que leo liberalismo y bienestar en la misma frase, algún error he cometido.
Siguiendo el análisis. Cuantos menos límites al capital, mayor desarrollo empresarial y más creación de empleo de calidad. Otra vez no. Algo debe estar mal, esta asignatura la suspendí seguro. Empleo de calidad nunca ha rimado con inversión de capital extranjero.
Ahora pongamos un país al azar: Guatebuena. País eminentemente agrícola que siguiendo los cánones y normas de la cultura económica liberal se planteó una duda que definiría su futuro. De una parte puede preocuparse de la creación de un estado del bienestar, buscar empleos de calidad para sus ciudadanos y fomentar la libertad económica desde un punto de vista social. De la otra, abrir sus fronteras, mercados y bancos, aumentar el comercio, privatizar los servicios públicos básicos y dejar a la inercia del mercado lo del estado del bienestar y otras cuestiones sin importancia.
Las discusiones fueron agrias, las presiones de fuera ensordecieron el ruido de dentro. Pero por suerte triunfó la democracia y gracias al consejo y ayuda de los de fuera se convenció a los de dentro.
Y también por suerte, se optó por la segunda. Y podéis imaginar que no han parado de llover inversiones en colegios y universidades. Hoy sólo se demandan grandes profesionales guatemalbuenos. Además, ya sólo son el tercer país del mundo en desnutrición infantil (hay que joderse, desde que a los niños africanos les dio por comer solo se asciende en esta lista).
Una cosa está clara, parece que con el nombre del país acertaron
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