martes, 1 de febrero de 2011

Tres anécdotas

Un compañero de trabajo llevaba tosiendo todo el día, a media tarde se acerca y me pide un cigarrillo. Le pregunto que por qué quiere uno si él no fuma. Responde, con convicción, que es para aclararse la garganta y dejar de toser. Me quedo estupefacto y le explico que no le va a hacer bien. El sigue en sus trece, lo enciende y le da unas caladas. Siguió con tos, por si a alguien le quedaba alguna duda.
Por fin conseguí jugar un partidillo de fútbol, me llevan a un mini campo, más pequeño que el de fútbol sala, y allí me explican que vamos a jugar al papi fútbol. Me explican las normas. Un resumen: vale todo menos tirar fuerte o de lejos. Pensé que lo habían inventado los compañeros de la oficina, pero no, resulta que el papi fútbol está bastante extendido por la zona. No está mal pero yo soy de la teoría de que si algo te gusta, es divertido y funciona, como el fútbol, es mejor no tocarlo.
El otro día el señor del agua, sobrenombre de mi casero y hombre que sirve agua embotellada al pueblo, bajó a casa a traerme otros 20 litros. Llama a la puerta y me dice que viene acompañado de un señor que se ha ofrecido a ayudarle. Hablo un rato con ellos y el señor del agua me explica que su “amigo” pierde el control de vez en cuando. Mira al “amigo” y le espeta:
-A veces te descontrolas, ehh!!-
-Si, si. Es que pierdo la cabeza- responde el amigo con un aliento a alcohol que podría desinfectar heridas.
El señor del agua me lleva aparte y me dice que es un borrachín del pueblo que quería ayudar en algo para sacarse unos cuartos y volver a la cantina. No puedo negarme a darle unos Quetzales. Mucho hay que saber beber para bajar las cuestas del pueblo con 20 litros de agua a la espalda con semejante borrachera.

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