viernes, 17 de junio de 2011

Pangenérico I: A mi mamá guatemalteca

Uno llega a un lugar nuevo, desconocido, y está a la expectativa de todo: dónde vivir, dónde está la oficina o  a quién llamo si pasa algo. Esto son las cosas poco importantes de las que uno se preocupa. Las importantes: conocer gente que merezca la pena, conseguir una manta, perderte volviendo a casa y no saber a quién preguntar porque las calles no tiene nombre, dónde se vende el aceite de oliva o qué se pude hacer en el tiempo libre fueron, todas,  resueltas por mi mamá aquí. Ella, sin yo pedirlo, me ofreció ayuda desde el principio.
Me ayudo a encontrar casa, negoció conmigo el precio con el dueño, me presentó  a sus cuates, me prestó una manta (qué importante ha sido esto), me dio medicinas cuando estaba enfermo y, en fin, me hizo sentir querido en un sitio nuevo.
Así que si venís alguna vez a San Pedro la Laguna subid la cuesta del embarcadero de Pana. Cuando lleguéis a la zona plana antes del mercado, a la izquierda, está Jabelya, una asociación pequeña que vive de la tienda que tiene en la entrada. Allí preguntad por Wendy a una de las mujeres que trabajan en la tienda. Decidle que vais de mi parte, que conocéis a Paco, y  gastad todo lo que podáis en la tienda. Ella os tratará como cuates y os prestará una manta y os presentará gente y os dirá dónde se vende el aceite de oliva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario