El concierto fue fantástico: mucha gente, reggeacumbia en directo, la gente bailando y gritando al ritmo del doctor y una mezcla de todo tipo de personas. Había padres, jóvenes del pueblo, jóvenes guatemaltecos en general y un montón de extranjeros que no sabían quién era Sativo pero acudieron al lugar donde estaba la fiesta, hasta las once, claro.
Volvamos al momento San Pedro la Locura. En primera fila, a dos metros del cantante, había un tipo con una pipa de crack dándolo todo. Las colas en el baño eran terriblemente largas, la gente entraba de dos en dos y nadie tiraba de la cisterna porque no era necesario. Además se veía a gente, no dos ni tres sino gente, bailando a un ritmo distinto, bailando al ritmo del ácido. Por el olor deduje que más de la mitad de los cigarrillos fumados estaban aliñados.
Fue divertido, muy divertido. El concierto y la situación. Antes esto era así siempre -dicen los oriundos- para lo bueno y para lo malo.
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